Vida y muerte del cautivo Santiago Avendaño, una criatura prodigiosa

Comparto algunos fragmentos del capítulo sobre el cautivo Avendaño que forma parte de mi Tierra Adentro, Una historia de la Argentina del siglo XIX a través de los ojos de los viajeros (CLIC AQUÍ PARA CONSEGUIRLO)::

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……..Santiago Avendaño, el niño cautivo que hablaba con los papeles, fue raptado por los indios ranqueles el quince de marzo de 1842. Tenía siete años y vivió Tierra Adentro hasta los quince. Había aprendido a leer a los cinco años, hecho insólito en esos pueblos de frontera en donde apenas si sabía leer el cura. 

……..Todos los días había preparativos para cosas horribles. Se clavaban estacones para atar a los que debían sufrir cincuenta, cien o trescientas heridas a golpe de un látigo de tres ramales con botones en cada punta. El capitán Castilla, según Santiago más terrible que el mismo Rosas, tenía la costumbre de añadir azotes a la cantidad ordenada. Presenció la ejecución de dieciocho presos, una masacre con la que Rosas vengó la fuga del gaucho Cuello quien, luego de robarse un caballo de Manuelita y burlar a los guardias, galopó gritando ¡Muera Rosas! Fue un 5 de enero de 1850 cuando Santiago vio los pies de los verdugos convertidos en escarpines rojos, hechos de una mezcla de barro y sangre hasta los tobillos.

……..María Laura Pérez Gras escribió, en el año 2013, una tesis de doctorado sobre textos de cautiverio dirigida por María Rosa Lojo, publicada luego como libro. Se trata de la primera investigación exhaustiva que hace la academia sobre los textos de Santiago. En esta tesis, Relatos de cautiverio, hay relevantes datos que iluminan algunas de las causas por las que el valioso manuscrito no pudo conocerse durante tanto tiempo. Había sido publicado de manera incompleta, fragmentada y, según observa Pérez Gras, censurada. La Revista de Buenos Aires, en los tomos XIV y XV de los años 1867 y 1868, publicó una selección que se limitó nada más que a dos capítulos que narran los aspectos más negativos de la experiencia del cautivo: el relato de su fuga y la bárbara costumbre de matar mujeres acusadas de brujas. Incluso en esos dos relatos los editores modificaron el manuscrito, quitando toda palabra o concepto que no dieran de los indios una imagen negativa.
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……..Santiago nos enseña cómo era la cultura del indio, más rica y compleja que los deficientes estereotipos de la época, tan propios de exitosas obras como La cautiva o el Martín Fierro. Recordó a sus padres adoptivos con gratitud, que lo criaron como a un hijo. Expresó la angustia que sufrió al tener que traicionarlos para poder fugarse, uno de los detalles censurados. Afirmó, de manera contundente, que no tenía ningún resentimiento ni derecho a quejarse. Desmintió leyendas como la de la costumbre de descarnar los pies de los cautivos para que no huyan. Contempló, con visión histórica, todos los ultrajes de los antiguos españoles, que desde el primer momento se comportaron como criminales, dejando a los indios convencidos de que el cristiano es sinónimo de violencia, usurpación y ambición desmedida. Opinó a favor de una política capaz de integrar a los indios, opción posible y justa. Criticó a los gobiernos que se limitaban a hacerles la guerra y empujarlos a la miseria, causa principal de los malones y del carácter cada vez más agresivo de las tribus. Y estos papeles que hablaban de todas estas cosas quedaron en poder de quien sería uno de los apologistas de la Conquista del Desierto, el jurista y escritor Estanislao Zeballos.

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      Habitaban esa Pampa todavía sin alambrar de inmensas y abrumadoras llanuras. Cabalgaban con maestría a lo largo de ese océano de pasto sin nada más que el cielo en el horizonte. Había lagunas dulces o saladas y animales salvajes. Padecían todo tipo de epidemias, pestes, sequías y períodos de pobreza en el que sufrían hambre. Bebían sangre de yegua y aguardiente. Cultivaban, cazaban y hacían malones.

……..Siempre había brujas. Se habían bautizado lavándose la cabeza con sangre humana. Las pú calcú trataban con el espíritu del mal: Guecufú. Se reunían en los más altos médanos, durante las peores tempestades, para preparar las brujerías con las que esparcían desgracias. Jugaban a la chueca pero no apostaban mantas o caballos sino las vidas de sus prójimos. Cada vez que alguien enfermaba o moría eran ellas las culpables. Cuanto más grande fuera el daño, más brujas tenían que hberlo conjurado. Cuando moría un cacique importante había que capturarlas y matarlas durante los funerales. Era preciso distinguirlas y habitualmente las señalaban entre las cautivas cristianas. Las mujeres vivían con este temor de que las acusaran de brujas. Las castigaban para que confiesen su amistad con el diablo y muchas acababan confesando para detener los suplicios. Cuando no tenían más remedio que morir, acusaban a otras mujeres con las que estuvieran enemistadas de ser sus brujas cómplices, aumentando el número de víctimas. Las ultimaban a golpe de bola o a punta de lanza.

……..A los muertos les practicaban una pequeña autopsia, abriéndolos desde la boca del estómago hasta la cadera izquierda. Luego hacían un reconocimiento echando en una vasija el contenido de la vejiga de hiel. Enterraban el cadáver con sus mejores ropas junto a un poco de carne, agua, y todo el equipaje que le hiciera falta. Le ataban en la mano manojos de cabello de sus familiares, para que no los olvide. Enterraban el cuerpo con la cabeza hacia el sol, bajo un techo de varas cubierto con cuero. Le depositaban carne, agua, cualquier equipaje que le hiciera falta. Mataban a su caballo para dejárselo a la cabecera del sepulcro. Y le echaban poca tierra, para que pudiera resucitar sin esfuerzo.

   

     Santiago no sufría su cautiverio por el tipo de vida que le había tocado entre los indios, a la que se había adaptado con rapidez, gozando de la protección de una familia adoptiva que lo quería y de algunos buenos amigos de su edad. El sufrimiento que lo desgarraba era el amor por su familia biológica. También el temor de convertirse del todo en un indio, alejándose de la fe cristiana, privado de poder progresar y educarse para ser útil en su tierra. Así fue como hizo la solemne promesa a la Virgen de la Mercedes, que amparaba a los cautivos, de ordenarse sacerdote si le concedía el deseo de volver con sus padres. Y lo logró gracias a la ayuda de Manuel Baigorria, ese unitario exiliado que, después de veinte años entre los ranqueles, era menos un coronel que un lonco o cacique, con gran influencia en el Desierto.

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Galopó las inmensas llanuras sufriendo visiones y pesadillas de jinetes que aparecían en el horizonte para capturarlo. Escuchó extraños silbidos que lo aterraron tanto como los rastros y bramidos de las fieras. Más de una vez, sintiendo la cercanía de un puma, se acurrucó a pasar la noche dentro de una improvisada fortaleza de palos cubiertos con caronas. Era un terror justificado. En los fragmentos que pudieron rescatarse de las memorias de Teófilo Gómila, el cautivo descubre entre los juntos los cuerpos de una pareja de fugitivos recién devorados por las fieras, aterrándose ante la presencia de la sangre todavía fresca y del cuerpo de la mujer, a la que le faltaban los senos y el pescuezo. Además del terror, Santiago padeció en la boca las heridas de la sed y se recuperó aprovechando una tormenta de implacables rayos. Volvió a sufrir la sed y estuvo varias veces desmayado o a punto de desmayarse. Sorbió su propia orina dentro de una osamenta e intentó beber en los fangos con la misma desesperación que los caballos, quedando uno de ellos en el camino, reventado. Hablaba con el que le quedó como con una persona racional, encareciéndole que no le falle, que resista.

Cacique Cipriano Catriel

……..Fue espantoso. Cipriano Catriel y Santiago Avendaño quedaron rodeados de la furia vengativa de un círculo de indios enfurecidos. Santiago gritaba implorando que no le hicieran daño, pero los mataron a lanzazos. A Catriel lo ultimó su propio hermano. Sucedió donde hoy se encuentra el Club de Estudiantes de Olavarría. Luego de asesinarlos los degollaron e, imitando a los cristianos, arrojaron sus cabezas dentro de sus casas. La del cacique, en poder del Perito Moreno, fue depositada en un museo de Bariloche. 

……..Mientras reconstruyo la vida de Santiago Avendaño se va perfilando el rostro de una persona sensible y leal que siempre buscó lo mejor para todos. Quiso ser sacerdote y lo pusieron de soldado. Atravesó el Desierto para ser libre y la civilización lo encerró en la peor de las cárceles. Trabajó incansablemente para lograr la paz con los indios y murió asesinado a lanzazos. Quizá era demasiado bueno para ese mundo en donde la civilización y la barbarie no eran más que dos estilos de la ferocidad de los hombres. Más de una vez, de un lado y otro de esa cicatriz a la que llamaban frontera, lo percibieron como a una criatura prodigiosa. Concluyo que no se habían equivocado.

Única foto que existe de Santiago Avendaño. La tenemos gracias a la gentileza de Guillermo Palombo, que la aportó a la investigación de Pérez Gras.