El capítulo sudamericano de Richard Burton

Comparto algunos fragmentos del capítulo sobre el viajero Burton que forma parte de mi Tierra Adentro, Una historia de la Argentina del siglo XIX a través de los ojos de los viajeros (CLIC AQUÍ PARA CONSEGUIRLO):

            Richard Burton, el hombre que visitó al general Urquiza durante la Guerra de la Triple Alianza, no es digno de esta presentación, así que vamos a empezar de nuevo. Richard Burton fue el más afamado de los viajeros del siglo XIX y uno de los más importantes de todos los tiempos. En ese siglo romántico y de tan intensos viajes, fue todo lo que podía ser un viajero admirable, además de conservar un talante aristocrático propio de otros tiempos más clásicos, épicos, en los que nada se apreciaba tanto como el culto al coraje. Este soberbio personaje, militar y pornógrafo, traductor y espía, espadachín y geógrafo, diplomático y poeta, por momentos nos parece un vampiro. Juzgamos necesario ser inmortal para que una vida aglutine experiencias propias de tantas vidas, tantas lenguas: llegó a dominar veintinueve idiomas con fluidez, sin acento extranjero. Y en su época, que era la del puritanismo de la reina Victoria, la sociedad inglesa lo consideró un libertino, un blasfemo, incluso un satánico, un hombre al que nadie que fuera decente debería invitar a su casa. Repetimos que, aunque parezca increíble, Burton disponía de veintinueve lenguas para burlarse de sus detractores. Hasta estudió el lenguaje de unos monos a los que domesticó con ese objeto.

            Desembarcó en este mundo el diecinueve de marzo de 1821, dos años mayor que la reina Victoria, en el pueblo de Torquay del condado de Devon, al suroeste de Inglaterra. Era la época en la que su país, dueño de los mares, consolidaría colonias en los cinco continentes, suponiéndose predestinado a derramar la civilización sobre tierras salvajes.  Burton, hijo de un caballeroso capitán de origen irlandés, fue más bien un digno hijo de su arrogante país y de su época.

            La carrera militar de sus ancestros se convirtió en una opción desde que advirtió que era una manera de viajar. Se alistó en la Compañía de las Indias Orientales y en 1842 llegó a la India, donde viviría siete años. Su costumbre de mezclarse demasiado entre los nativos le valió el apodo del Blanco negro.

            Burton se hizo famoso gracias a un temerario viaje hacia el corazón del Islam, que tanto le fascinaba. En 1853 se disfrazó de peregrino afgano y marchó hacia la Meca, proscripta bajo pena de muerte para los que no fueran musulmanes.

            Desde 1856 la Royal Geographical Society financió el capítulo africano de la novelesca vida. Además del aporte de sus viajes, ya había realizado importantes labores geográficas como la de completar los mapas de la región del Mar Rojo. Después de explorar el territorio y las tribus de Zanzíbar, partió hacia el más largo y mítico de los ríos africanos. ¿Cuál era la fuente del Nilo?  

            Su residencia en Siria fue turbulenta. Se opuso a la costumbre británica de castigar a los que no cumplían con los préstamos, ganándose el odio de los judíos. Enfrentado a las autoridades, abandonó el consulado y emprendió un viaje hacia Islandia, donde debía inspeccionar la posibilidad de la explotación de minas de sulfuro. Desde allí partió hacia Italia, reasignado en el consulado de Trieste. Ese fue su último destino. Allí vivió durante una década junto a su esposa, con la que suponemos una convivencia distante o conflictiva, teniendo en cuenta que una vez, sin que ninguno sepa qué era de la vida del otro, se encontraron casualmente en Venecia.

            Celebramos que un viajero tan importante haya escrito en Cartas desde los campos de batalla del Paraguay unas cuántas páginas sobre Argentina, incluso habiendo sido un país que recorrió ligeramente y juzgándolo con su sincera brutalidad. El seis de agosto de 1868 se embarcó desde Río de Janeiro hacia Montevideo, donde acababan de asesinar al presidente Venancio Flores. Visitó Buenos Aires y, a bordo del Yí, remontó el Paraná hacia Humaitá.

            Además de visitar a Urquiza, el traductor de Las mil y una noches conoció a Sarmiento y a Mitre. Los comparó con criterios frenológicos. Sarmiento era robusto, popular, y Mitre delicado y aristocrático.

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