El sufismo y el trono vacío de Dios

sufEl sufismo es la rama mística del Islam. Según una de las explicaciones posibles, sufí viene de suf, que significa lana, porque era de lana la humilde ropa que los antiguos ascetas vestían para mortificarse. El sufismo tiene su origen en el ascetismo, la pobreza y el desapego a los placeres mundanos. El sufí se consagra exclusiva e intensamente a la experiencia de acercarse a Dios. Acercarse tanto hasta quedar uno mismo convertido en divinidad. Hay, como en tantos cultos orientales, como en el budismo, la tendencia a la aniquilación del yo, a favor de lo divino. Los sufíes se parecían mucho a los antiguos ascetas cristianos: se retiraban al desierto, al silencio, a la máxima renuncia del mundo, tan dolorosa, para acceder al máximo placer, a la perfección, a una felicidad sin nombre. ¿Cómo se llevaron estos santos con las autoridades del Islam convencional? La relación ha sido conflictiva, desde luego. Hubo muchos mártires.

 sufUno de los más antiguos sufíes fue Bayazid Bastamí, quien vivió en Bastam, Irán, entre los años 804 y 874. Tuvo de maestro a Abu Ali al–Sindi, un indio convertido al Islam. Aprendió de este maestro la doctrina de la extinción propia en la unidad con el absoluto o Brahman.  Lo que Bastamí deseaba era mirarlo a Dios cara a cara. Había que acercarse a Dios hasta el punto de ser uno mismo divino.

      Bastamí alababa a Dios exclamando “Gloria a mí”. ¿Por qué escandalizarse? Si uno se acerca a la divinidad, si uno es una creación de esa misma divinidad, ¿por qué no sería lícito alabar a Dios alabándose a uno mismo? Es un criterio místico. Los que no pueden ponerse a la altura de un criterio místico irán a despreciarlo, rebajando esa espiritualidad al nivel desde el que la critican: dirán que esa alabanza a Dios es un pecado de orgullo o una blasfemia. No es raro, pues, que los místicos vean las cosas de la manera exactamente inversa a la de los que se quedaron en el mundo, y que como todo el mundo piensen.

     sufBastamí, en una de sus especulaciones, iba buscando a Dios y, encontrando su trono, ve que estaba vacío. Entonces se sienta él mismo. Manifestó: “Me volví a ver lo que buscaba y resultó que era yo y no otro aquello hacia lo cual me dirigía”. Si de Dios provenimos, si Dios mismo habita en nosotros, ¿por qué escandaliza tanto este sufí consecuente que se lanza a buscar a Dios dentro de su propio ser? Cristo había dicho que no hay que atesorar en la tierra sino en el cielo, porque el tesoro estará donde esté nuestro corazón. ¿Acaso no era Dios el tesoro que Bastamí buscaba precisamente ahí, en su propio corazón?

        sufSí, los sufíes tuvieron una relación conflictiva con los convencionales practicantes o guías de la religión islámica. Más de una vez, acusado de heterodoxia, o de desvío de las leyes, Bastamí salvó su vida fingiendo ataques de locura. ¿No es el misticismo la locura misma? ¿Le habrá hecho falta fingir?

 

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