Diciembre de María Elena Walsh

Cuando me olvido de la muerte, cuando
miro la abeja en su panal y miro
al cielo, en fin, a Dios elaborando
la luz, el agua, el aire que respiro,

entonces puedo realizar un blando
tránsito por la flor, por el suspiro,
por calles que me van enamorando
de esta tierra casual donde deliro.

¡Qué pródigo en perdón es el momento
en que me atrevo a resolver mi suerte
en esperanza, en pájaros, en vida!

¡Qué de campanas en la sangre siento
cada vez que me olvido de la muerte!
Pero sucede que ella no me olvida.

María Elena Walsh, Otoño imperdonable.

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